Reflexión de P. Claudio Varas, Encargado formación Espiritualidad de la Preciosa Sangre.

Cuando por medio de la fotografía, del arte y del mundo cinematográfico vemos alguna imagen de Jesús cargando su cruz coronado de espinas y con su Sangre como testimonio de amor y sacrificio, algunos se preguntarán ¿Por qué lo que se proclama como amor, se plasma en la cruz y con mucho dolor? Una total contradicción para muchos, incluso podemos pasar por una Iglesia que se goza con el dolor.

Hay que entender y pensar que el sacrificio del Señor es por amor al Padre y por todos/as. Cada gota de su Preciosa Sangre se derrama para una alianza nueva y eterna con el Padre. El sacrificio del Señor es un testimonio para cada uno/a de nosotros/as, en entera libertad para que se cumpla lo profetizado, y no por compromiso, sino, para redimirnos del pecado. La muerte de un hombre, es vida para los demás, es reconciliarnos con Dios, esto nos lleva a ser Amigos de Dios.

De esta manera nuestra Espiritualidad está llamada a proclamar, a gozarse, pero sobre todo a vivir y realizar desde nuestra vida misma, el acto divino, humano y humilde que gira en torno a la reconciliación y el perdón. Ser agentes de reconciliación es un bello camino a ser mejores en nuestras vidas. “Nadie puede dar aquello que no tiene” …dice el dicho y por lo mismo esta hermosa tarea debe comenzar por nosotros/as mismos/as.

El reconciliarnos con nuestra propia historia, con aquellos que un día nos hicieron daño y aquellos que dañamos, es un bello camino a ser mejores, aceptarnos y amarnos. Luego podemos salir a acompañar en este camino a otros/as, instarlos, fortalecerlos y testimoniar desde nuestra humildad, que el perdón y la mirada amorosa del mismo Cristo nos lleva a la reconciliación. Ser agentes de reconciliación es colocarnos al servicio de proclamar los valores cristianos, en el respeto, en la empatía, en la escucha, en la solidaridad. Así desde nuestros pequeños actos podemos ir ayudando a los demás a vivir la reconciliación con quien tenga que hacerlo, así vamos construyendo una cultura del buen trato que nos va a llevar a ser una mejor sociedad, una sociedad más humana, que siempre se reconozca amada y necesita del buen Padre.

SANGRE DE CRISTO, SALVANOS