Reflexión de P. Claudio Varas, Encargado formación Espiritualidad de la Preciosa Sangre.

Comenzamos a vivir el mes de junio, mes especial durante el año ya que como Congregación celebramos en la Preciosa Sangre el gran amor y amistad de Dios, por la sangre derramada de su propio Hijo para llamarnos ahora Amigos del Padre. Durante este mes se nos invita a vivir de manera especial el compartir – la fraternidad – la oración – el trabajo – las relaciones interpersonales bajo la mirada de Cristo en la Cruz. Mirada donde nos reconoce como Hijas e Hijos muy Amados/as donde la vida y el amor vence al odio y la muerte. Todas y todos estamos llamados a hacer de este mes un tiempo de gracia y gozo compartiendo desde nuestras vidas, desde nuestras luces y sombras, desde nuestros triunfos y fracasos el amor de un hombre que derrama hasta su última gota de Sangre por nosotros.

En cada uno de los lugares donde nuestra Congregación está presente, está la invitación de hacer de este mes, una instancia de testimonio real y concreto con los demás, en ser Agentes de reconciliación como lo es la Preciosa Sangre, Agentes de fraternidad y buen trato, como lo es el Señor en medio de los suyos compartiendo su Cuerpo y su Sangre en la última cena, Agentes de alegría y de gozo, como lo es compartiendo en una boda junto a su Madre
(Caná).

La invitación es ser misioneras y misioneros en proclamar que estamos llamados a ser felices desde la amistad de Dios. Que nunca predomine el dolor al mirar la cruz, si bien es cierto es testimonio de sufrimiento, siempre nuestra mirada y acercamiento a la cruz, debe ser de entrega, gozo y plena conciencia de que esa Preciosa Sangre se impregna en el madero santo, se impregna en la historia de la humanidad y grita siempre…para impregnarse en nuestros corazones.

“Nos has redimido, Señor, con tu Sangre.
Y nos has hecho un Reino para nuestro Dios”