“Al llegar vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra”.

Este pasaje del evangelio de San Mateo, es parte del nacimiento de un niño que, en los brazos de su madre, comienza a escribir la más grande y hermosa historia de amor para con cada uno de nosotros.

Cuando somos niños, el nacimiento de Jesús nos lleva a la magia de imaginarnos esta escena, imaginarnos los pastores en el pesebre, los animales dándole calor al recién nacido, sus padres junto al niño y los Reyes Magos, que siguiendo una estrella llegan a adorarle. Luego como vamos creciendo y formándonos vamos entendiendo de mejor manera este hecho, pero nunca perdamos esa magia de volver a ser niños y mirar el pesebre con ojos de niños para siempre seguir maravillándonos con tan hermoso acontecimiento.

Imaginémonos que acompañamos a los Reyes magos: Bueno, los vemos que han viajado desde muy lejos para llegar a ver y adorar este niño. ¿Acaso es tan grande su fe? ¿ellos llevan regalos y yo no llevo nada? Bueno, cada uno y cada una le podría hacer otras tantas preguntas a los Reyes Magos junto a la estrella que los guía. Esa estrella nos guía a este niño. ¿Cuántas veces has seguido esta estrella en tu día a día? Sí, el seguir tus sueños, el seguir tus metas, el buscar la paz, la felicidad, es seguir esa estrella que nos lleva a este niño recién nacido.

Esa es la convicción de estos Reyes Magos, ahí estaba su fe, ahí estaba el mejor de los regalos por parte de Dios. Bueno, ya vamos llegando donde este niño recién nacido y llegamos sin un obsequio en señal de alegría y gozo ¿Qué puedo ofrecerle al Señor al llegar a contemplarlo? ¿Qué les diría a sus padres y al mismo niño?

Miremos este año que ya se va. ¿Dónde y cuándo le has obsequiado al Señor un regalo de parte tuya? Les aseguro que en una “sonrisa”,en un “deseo que te vaya bien”, en una “oración de corazón frente a Dios por ti y por los demás” nos hace obsequiarle nuestro buen vivir con un corazón gozoso de sabernos sus hijos e hijas.

No siempre podemos llegar con un obsequio frente al Señor, hay días en que estamos vacíos/as, sin embargo, siempre estamos invitados a contemplarlo desde su fragilidad de recién nacido y su grandeza y generosidad desde la Cruz. Les invito a contemplar el pesebre, en el silencio de la noche deja que tu corazón sienta esa alegría y gozo de recibir en tu vida a este niño que nace. A veces no hay que decir palabra alguna, solo contemplar y dejar que tu ser – persona –corazón se llene de paz y dicha frente a este hecho que no alcanzamos a entender a cabalidad, pero que nos llena de gozo.

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