Durante este año, hemos reflexionado sobre la persona de nuestra madre fundadora, Madre María Magdalena Guerrero. Una mujer visionaria que, al descubrir las necesidades en diversos ámbitos de la vida, entregó su trabajo a Dios para construir el Reino desde su vocación. En su vida, podemos identificar tres grandes carismas que han enamorado a muchos de su trabajo y vocación: la educación, la misión evangelizadora en la Iglesia, y la salud. Estos ámbitos claman hoy día por la bendición de Dios.

Madre María Magdalena Guerrero, siguiendo las huellas del Señor, descubrió que en estos ámbitos podemos ser agentes de vida y contribuir a una mejor sociedad, una mejor Iglesia, y un mejor Chile. En la contemplación de la cruz, nuestra fundadora encontró vida, dignidad, respeto, la oportunidad de crecer como personas, y confianza en Dios. A lo largo de estos años, las hermanas de la Congregación han trabajado y colaborado en la misión de la Iglesia, creciendo, aprendiendo, y dejándose guiar por Dios, siguiendo el legado de estos carismas que un día soñó y trabajó Madre María Magdalena.

Hoy, mirando nuestra sociedad, estamos llamados a crear y mantener espacios para ser esa voz que clama en el desierto. Desde la dignidad y el respeto a la vida en su totalidad, debemos ser cálices de vida, agentes de reconciliación y de humanidad. Todos estamos llamados a vivir y sentirnos parte de esta Espiritualidad de la Preciosa Sangre. Algunos todavía creen que estas responsabilidades corresponden solo a los consagrados, pero no es así. Tú, como bautizado o bautizada, eres parte de esta invitación de nuestra madre fundadora a apropiarte de esta espiritualidad en tu vida cotidiana: en tu hogar, en tu familia, en tu trabajo, con los amigos, en todos los ámbitos de la vida.

Seamos colaboradores activos como misioneros y misioneras de nuestra espiritualidad. Continuemos dando vida a los carismas de nuestra fundadora y descubramos el grito de la sangre y las necesidades actuales. Solo mirando y asumiendo la realidad, sabremos cómo y dónde aportar, cómo y dónde colaborar para construir una mejor sociedad y un mejor Chile.

Durante este mes, les invitamos a vivirlo desde la perspectiva de Madre María Magdalena. Preguntémonos: ¿Cómo puedo ser agente de vida para los demás? ¿Cómo puedo aportar desde mi vida a una mejor sociedad? Estas preguntas llevaron a nuestra fundadora a aferrarse al Crucificado y beber de su Sangre Preciosa, dejando un gran legado en lo social y en la Iglesia, con el afán de ser mejores hijos de Dios.