Con gratitud y alegría damos gracias a Dios Padre y a Nuestro Señor Jesucristo por un nuevo aniversario de la Congregación Preciosa Sangre.

En este año jubilar, la Iglesia nos invita a ser peregrinos de esperanza, haciendo eco de nuestro Templo en Santiago como lugar de encuentro con la Sangre de Cristo. Esta llamada nos recuerda que también llevamos dentro un templo vivo, en lo profundo de nuestro corazón comunitario.

Caminar como peregrinos de esperanza significa alimentarnos de la fe en el amor de Dios. Es atrevernos a enfrentar nuestros miedos, tomar el cayado del camino, proclamar con valentía la Palabra y caminar con gozo en la amistad con el Padre.

A lo largo de la historia, nuestra congregación ha recorrido este camino junto a Jesús, reconociéndolo en cada apostolado y en la vida de tantas hermanas que han dado testimonio fiel. La espiritualidad de la Preciosa Sangre es fuente de bendición y alimento cotidiano, que nos sostiene en la misión y nos recuerda el amor entregado en la cruz.

El caminar del peregrino nunca es solitario. Nos acompañamos unos a otros en la fe y en la esperanza de sabernos amados por Dios. También los laicos, unidos a nuestra espiritualidad, se suman como cálices de vida, portadores de amor, esperanza y reconciliación.

Hoy, como gran familia de la Preciosa Sangre, damos gracias al Padre por esta espiritualidad acogida con amor por nuestra fundadora, Hna. María Magdalena Guerrero Larraín, y por tantos laicos que nos acompañan en la misión.

Pedimos al Señor crucificado que nos anime siempre a ser peregrinos valientes, que nos levante en los cansancios del camino y nos llene de gozo en su amor.

Sangre de Cristo, sálvanos.