En el día de hoy, las congregaciones religiosas y los laicos que viven siendo parte de la Espiritualidad de la Preciosa Sangre se alegran en orar y celebrar la vida y obra de San Gaspar del Búfalo, Apóstol de la Sangre de Cristo y fundador de la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre, presente en nuestro país por casi ochenta años.

San Gaspar fue un hombre de su tiempo, un discípulo de esperanza en la misión evangelizadora y social junto a sus contemporáneos. Se dejó abrazar por Cristo desde la cruz, y en su contemplación nunca dejó de admirarse por tan gran sacrificio amoroso. La motivación profunda de su vida —como hombre, sacerdote y misionero— fue la devoción a la Sangre de Cristo derramada en la cruz.

Por sobre muchas cosas, San Gaspar es misionero: valiente, intrépido y fiel a su compromiso en la misión evangelizadora de su época. Enamoró a muchas personas desde su predicación y su testimonio. Habló a sus contemporáneos invitándolos a pedir a Dios la gracia de ser mejores y a dar testimonio del amor del Padre desde su propia vida.

Su bandera de evangelización era el crucifijo, mostrando al Señor que, desde el dolor y la muerte, nos da vida para transformarnos en verdaderos discípulos misioneros. Hoy nos invita a abrazar esta Espiritualidad para ser agentes de transformación en lo evangélico, humano y social.

Los santos son un tesoro para nuestra Iglesia: en ellos podemos mirar los ojos del Señor; en sus palabras podemos escuchar el mensaje del Señor; en su caminar reconocemos el mismo caminar del Buen Pastor. Descubramos en este misionero nuestra propia misión en la vida.

Al igual que San Gaspar, portemos el crucifijo para recordarnos el amor de Dios por todos, el sacrificio del Señor para hacernos amigos del buen Padre, y la Sangre que se derrama en el madero santo como entrega por amor. También pidamos la valentía para gritar al mundo que Dios nos ama, para ser cálices de vida, y para no conformarnos nunca con lo mínimo en la misión de la Iglesia, sino entregar siempre lo mejor para la construcción del Reino.

Pidamos a este Apóstol de la Sangre de Cristo que interceda ante su Amado por la Iglesia, por las congregaciones religiosas que se nutren de la Espiritualidad de la Sangre de Cristo, y por tantas personas de bien que ven en él a un amigo, un santo, un hombre que, desde su fragilidad, nos invita a creer en la Sangre redentora de Cristo como un regalo que nos recuerda cuánto somos amados en nuestra vida.

San Gaspar del Búfalo, ruega por nosotros.